La dura vida del celiaco…

Llueve, hace frio, hoy he madrugado y estoy cansada, para rematar tengo un cumpleaños… bufff que perezón!! Porque es una de mis mejores amigas, que si no me quedaba en casa con mi mantita viendo una peli.

Encima tengo que ir en metro, porque vive en el centro y es imposible aparcar. Eso me da todavía más pereza. Pero por una amiga, una hace lo que sea.

Voy cargada como una mula: el regalo, la tarjeta enorme que le hemos comprado para firmarle todos (digo yo, ¿por qué me encargare siempre yo de estas cosas…?), la tarta que me ha pedido que haga para que sea sin gluten, la tortilla de patata, (que no me ha pedido, pero que yo llevo para asegurarme que podre comer algo), el bolso, el paraguas,… buff, para esto ya si que no tengo manos!! Así que me pongo el gorrito en la cabeza y a correr para mojarme lo menos posible.

Llego al metro, y tengo que apoyar la tarta y la tortilla en los tornos, y dejar la bolsa del regalo en el suelo, para poder buscar el bonometro, menuda cola he organizado en un momento; upppsss por la presión de la gente casi se me olvida el regalo en el suelo, el próximo año me tengo que acordar de comprarle algo más pequeño que no abulte tanto y que pueda meter en el bolso, para llevar por lo menos una mano libre con la que agarrarme en el metro.

Después de media hora cotilleando las conversaciones ajenas de los demás pasajeros y de whatsappear con todos mis amigos, ya que el libro era inviable llevarlo teniendo en cuenta que tenía que sujetar el regalo, la tarta y la tortilla a la vez que me agarro en el vagón del metro, llego al cumple.

Me cruzo en el portal con otros amigos, ellos van tan felices con solo una bolsita de regalo, y me preguntan, mientras me sujetan la puerta del ascensor, que por qué voy tan cargada… Les sonrío hipócritamente, por no llamarles “gilipo….” y les contesto irónicamente….”La dura vida del celiaco”….Me miran como si no entendiesen nada, pero me da igual, gracias a Dios se abre la puerta del ascensor y empieza el cumpleaños.